Reflexiones sobre el primer viaje- Dunja Fehimovic

Reflexiones y resultados emergentes del primer viaje a Adjuntas - Dunja Fehimović

15 de enero 2025

Después de meses – incluso años – de conversaciones y reuniones virtuales intermitentes con Casa Pueblo – el martes 17 de diciembre llegué a Adjuntas para finalmente dar inicio a un proyecto que propone investigar, a través de la práctica, el papel del cine comunitario en las luchas ecológicas y decoloniales. Con mi colaboradora, Cecilia Sosa, imaginamos este primer viaje como una oportunidad de conocer el pueblo, de presentarnos a la comunidad, y de empezar a entender cómo se viven los dos ejes del proyecto – ecología y colonialidad – en el contexto de Adjuntas. Nos propusimos lograrlo principalmente a través de un taller titulado ‘Juntxs por Adjuntas’, que tuvo lugar en Casa Pueblo el 19 y 20 de diciembre. Lo que terminó pasando en el viaje y en el taller me dejó con una idea más matizada pero también ¡menos clara de lo que son ecología, colonialidad, cine, y comunidad! Debe ser ya un tópico de los escritos sobre el trabajo de campo, pero realmente nada salió según lo pensamos o planificamos. Se sucedieron situaciones difíciles, incómodas, impresionantes, lindas, y todas muy reveladoras.

Empezó de inmediato, con la pérdida de la maleta de Ceci, que al final supimos llegó en un vuelo al día siguiente, pero que no nos llegó a Adjuntas hasta dos días antes de nuestra partida, y eso gracias a la intervención de un cineasta colaborador que viajaba desde San Juan a Adjuntas, y quien terminó siendo en muchos sentidos nuestro salvador. La falta de la maleta nos obligó a empezar el viaje con una visita a un mall de Carolina, donde vivimos en carne propia lo que ya sabíamos en teoría del costo alto de la vida en Puerto Rico, y la dependencia impuesta de los productos importados. En lo personal me impresionó también lo absurdo de los gorros, bufandas, y abrigos (caros) con motivos de copos de nieve, chocando con la temperatura de más de 30 grados centígrados que acabábamos de sudar antes de pasar al aire acondicionado de la tienda. Cruzando el parking de Walmart a Old Navy, también vimos el primer cine del viaje – un Caribbean Cinemas que estaba perfectamente a tono con las super-tiendas que lo rodeaban. Recordé lo que varios colegas cineastas puertorriqueños me habían comentado sobre la importancia – monopolio, prácticamente – de esta cadena de cines, y de las dificultades para las películas locales de conseguir una distribución y promoción a nivel nacional y regional. Viendo a una señora cargar enormes botellas de agua a su carro en medio del asfalto calentado por el sol caribeño y rodeado por cadenas transnacionales y mayormente usamericanas, me sentí definitivamente frente a una cara del binomio ecología – colonialidad. Estábamos lejos del imaginario verde que suele evocar la palabra ‘ecología’, pero aun así – o a lo mejor por eso mismo –, dejaba vislumbrar algo de la difíciles, desplazadas, e incómodas relaciones entre los seres humanos y su entorno en el Puerto Rico de 2024. 

Pero lo que llegó a revelarse durante el viaje como una tendencia o un motivo, por lo menos para mí, fue la convivencia de elementos hostiles, que parecían dificultar la vida en la isla – a veces hasta parecer querer desalojarla completamente de puertorriqueños –, con la creatividad, la determinación, y el esfuerzo necesariamente colaborativo y comunal de la gente por permanecer y construir una vida digna en el archipiélago. Dos imágenes más me vienen a la mente: curiosamente tienen un elemento en común: las botellas plásticas de agua. Por un lado, estos objetos tan cotidianos recuerdan la privatización de los recursos naturales, una contraparte del fracaso de los servicios públicos básicos en un contexto marcado por una deuda ‘pública’ colonial y consecutivas olas de austeridad. Por otro lado, también hablan de la fragilidad de las condiciones de vida asociada a un contexto económico-político pero también ‘natural’ azotado por sucesivos huracanes, terremotos, y tormentas. Para quienes conocen la historia reciente de Puerto Rico, las botellas de agua no pueden dejar de recordar los dolorosos descubrimientos de almacenes y contenedores llenos de provisiones para víctimas de María, vencidas y sin distribuir. Este escándalo puso en descubierto los fallos de los actuales modelos de respuestas ante desastres y las soluciones a corto plazo que tienden a reforzar la dependencia, y contribuyó a lo que llegó a denominarse el verano combativo del 2019, cuando una serie de protestas masivas llevaron a la renuncia del entonces gobernador, Ricky Rosselló.

Por otro lado, y sobre todo en los contextos en que nos las encontrábamos, las botellas plásticas de agua representan la bienvenida y la disposición abierta con que se recibe a las personas en Puerto Rico. Primero, las botellitas diminutas con que nos saludaron en la Casa Comunitaria de Medios, donde hicimos una parada de camino a Adjuntas para conocer a colegas cuyo trabajo sigo con admiración desde hace varios años. Fue un alivio entrar en el espacio con aire acondicionado que habían construido con esfuerzo propio y comunal en un enorme edificio anteriormente abandonado en el centro histórico de Aguirre, un pueblo formado por el impacto de la Central Azucarera que luego fue reemplazada por las siluetas contaminantes de la Carbonera AES y la Termoeléctrica. Desde allí, los colegas de la Casa Comunitaria de Medios aportan a la documentación no tanto o no solamente de desastres y ‘violencia lenta’ ecológicos/políticos sino de las luchas de las comunidades por otro tipo de desarrollo, local, humano, ecológico en el sentido más amplio de la palabra. Además, en la propia actividad creativa misma, van dando forma a y cuenta de ese modo de ser y (con)vivir ‘otro’. Estuvimos allí compartiendo y hablando sobre sus proyectos, sobre el estado actual de Puerto Rico, su conexión con el Caribe y Latinoamérica… En fin, muchas cosas, hasta que nos dimos cuenta de que habían transcurrido varias horas (otro tema recurrente: la aparente maleabilidad del tiempo vivido entre encuentros y salidas en la isla). Antes de salir definitivamente para Adjuntas, visitamos a otro colega de la Casa Comunitaria en la escuela de arte donde trabaja, donde presenciamos, por pura casualidad, la alegría de la fiesta navideña que marcaba el fin del semestre. En un contexto acentuado por el cierre de las escuelas públicas que no solamente se debe a los cortes impuestos por la Junta de control fiscal, sino que también es causa y efecto a la misma vez de una ola de emigración masiva que se disparó luego del huracán María, el calor humano y el empeño por fomentar el poder de expresión y creación de las generaciones más jóvenes de puertorriqueños me ha quedado grabado como algo sumamente conmovedor.

A pesar de que nos reíamos, pensando en nuestros inviernos ingleses, cuando la gente hablaba de ‘la tierra del frío’, es cierto que llegando del mall de Carolina y el sol despiadado de Salinas, Adjuntas parecía otro mundo. Esta separación parecía confirmar el hecho de que, a pesar de lo prometido, la aerolínea no llegara nunca a mandar la dichosa maleta desde San Juan al lejano y aparentemente desconocido pueblo interior. Claro, también lo dificultaba el hecho de que habíamos dejado registrada la dirección de Casa Pueblo, que, a pesar de ser también un espacio físico real con horario casi de oficina (8 a 15h), es en realidad mucho más que eso: un hacer infinito, un ir y venir constante, un desfile incesante de personas no solamente de todo Puerto Rico sino de todo el mundo, una energía que desborda en múltiples direcciones, creando proyectos de todo tipo y dejando sus huellas todo a su alrededor. No estábamos seguras de que llegara la maleta a manos de alguien entre tanta actividad afectiva no instituida, por lo que aprovechamos para presentarnos a todas las personas que encontramos en los negocios circundantes y contarles qué hacer si veían llegar eventualmente lo que imaginábamos como ‘un camioncito Iberia’… Así, el privilegio de tener nuestra base en Casa Pueblo también resaltó, para mí, lo escurridizo del escenario de Adjuntas. Adjuntas es el pueblo, pero mucho más que esto. Es un municipio entero compuesto por comunidades muy diversas y muy dispersas. Lo que conocí de Adjuntas lo hice guiando cautelosamente un auto alquilado, con miedo de principiante, por las carreteras estrechas y vertiginosas de montaña, durante las lluvias torrenciales de las tardes, y los atardeceres repentinos que nos dejaban sin aviso en una oscuridad absoluta.

Y así llegamos al segundo recuerdo marcado por botellas de agua. Aprovechando unas horas de la mañana tranquilas y sin lluvia, Ceci y yo salimos a conocer el famoso Bosque Escuela de Casa Pueblo. Guiados por el GPS y tomando nota de lo que los colegas de Casa Pueblo nos habían comentado de la existencia de un parking al lado de la entrada, fuimos subiendo poco a poco la montaña. Cuando dimos de repente con el letrero que anunciaba el ‘Bosque Escuela Ariel Massol Deyá’, continuamos hacia arriba, sin poder ver dónde en los caminos estrechos se suponía que dejáramos el carro. Empezamos a entrar por una vereda y cuando tomamos nota del afiche que avisaba ‘Cuidado: perro’, rápido retrocedimos. Al final, concluimos que había que bajar por un camino escabroso y estrecho al lado izquierdo del letrero, pensando que el parking estaría justo junto a la entrada. A mitad del camino, con las rocas raspando el chasis, aparcamos el Toyota Corolla alquilado ingenuamente en el aeropuerto de San Juan para ir a conocer ese maravilloso lugar que es el Bosque Escuela, aplazando para luego el problema de cómo saldríamos de ese encalle. Al regresar, comprendimos que iba a ser imposible retroceder cuesta arriba. Me empezaba a desesperar y, para colmo, vimos que no había señal en el celular para pedir rescate. Salimos a pie a la entrada de esta vereda desafortunada, tratando de recibir señal de celular. Al pasar, vimos un pequeño claro delante de un letrero que decía ‘propiedad privada’ – que dedujimos debía ser el misterioso parking. Luego de unos momentos de máxima tensión cuando nos salieron a ‘saludar’ todos los perros de las casas circundantes, vimos bajar por la cuesta a un vecino. Traía en las manos dos botellitas de agua, y decía: ‘¿Ceci? ¿Dunja?’

Me pareció increíble, pero había deducido quienes éramos al escucharnos en una entrevista sobre el taller para la Radio Casa Pueblo. El vecino, que, aunque no nacido en Adjuntas, ha vivido casi toda su vida allí, nos comentaba que apenas salía de la casa porque no quería dejar sola a su mamá, que ¡con sus más de 90 años parecía la más lúcida de todos nosotros! A pesar de su aparente aislamiento físico, se mantienen al tanto de los sucesos del pueblo y de todo el municipio escuchando la primera emisora comunitaria y ecológica de Puerto Rico. No podía existir mejor testimonio de la importancia de esta institución local en tejer la comunidad imaginada de Adjuntas. Y esta familia – constituida también por un hermano que regresó a Adjuntas después de vivir muchos años en los Estados Unidos, y que nos terminó sacando el auto al son de exclamaciones de ‘Oh my God! Why did you do that? Never do that again!’ – también nos daba cuenta de la particular combinación de conexión y desconexión, de lo hiperlocal y lo transnacional, que parece caracterizar la vida en Adjuntas. Regresé sobresaltada y conmovida en igual grado al pueblo, donde tuvimos el privilegio de ser recibidos por Alexis Massol en la casa de Tinti. Los tejidos literales y metafóricos de esa gran mujer que fue Faustina Deyá Díaz sentaron las bases y siguen asegurando el funcionamiento de Casa Pueblo como un proyecto comunitario caracterizado por el trabajo afectivo, y los lazos familiares, comunitarios, y patrióticos. En su casa pude apreciar algunas huellas de una vida increíblemente rica en amistades, familia, viajes, experiencias, lecturas, y luchas. 

El Taller Juntxs por Adjuntas

       

Todo esto, y más de lo que jamás se podrá escribir en una entrada de blog, influyó la forma en que viví y entendí los sucesos del taller, que nos han servido para delinear, junto con lxs participantes, varios hilos temáticos para desarrollar en un documental participativo enfocado en Adjuntas y los ejes temáticos del proyecto. Entiendo que estos hilos se combinan para definir un tema concreto pero muy abierto, que permitirá a lxs participantes seguir sus intereses: el esfuerzo por establecer y mantener una relación con el entorno humano y no humano – o sea, el esfuerzo por construir ecología en el sentido más amplio de la palabra – en un contexto actual marcado por diferentes manifestaciones de colonialidad y cambio climático.

  • La historia oral

Varios participantes hablaron del deseo de capturar y grabar las historias de sus familiares, sus recuerdos del pueblo y más allá, reflejando el envejecimiento de la población no solamente local sino a nivel de todo Puerto Rico, dada la emigración y las condiciones de vida que dificultan o disuaden a las personas de tener una familia. Entendemos este eje como un deseo de mantener el vínculo con el pueblo, con la tierra, y con la cultura e historia locales, manteniendo o construyendo lazos intergeneracionales.

  • La gentrificación

Se habló del impacto de dos elementos de la infraestructura legislativa, económica, federal: por un lado, la Ley 60 o el Código de Incentivos, que ofrece exenciones de impuestos e incentiva a ciudadanos estadounidenses a convertirse en residentes de Puerto Rico. Esta legislación ha fomentado la compra de casas y terrenos primero en las áreas metropolitanas y luego en otras partes del archipiélago, subiendo los precios, dificultando el seguir o regresar a vivir a municipios como Adjuntas, despoblando las montañas y repoblándolas de Airbnbs. Por otro lado, el llamado R3, o Programa de Reparación, Reconstrucción, o Reubicación, que busca proveer tres tipos de asistencia a quienes se encuentran en hogares que se consideran inadecuados para ser habitados después del paso de los huracanes Irma y María. En la experiencia local, esta asistencia se ha vivido muchas veces como un intento por desalojar a la gente de sus casas en locaciones estratégicas, ofreciéndoles a cambio una cantidad de dinero que no llega a reemplazar el valor fiscal ni mucho menos emocional de sus viviendas.

  • Las formas de resistencia

Como respuesta a o a pesar de estas presiones y dificultades, durante el taller y fuera de él, supimos de formas de resistencia, de personas y grupos que insisten en construirse una vida en la montaña (y más allá de ella). Como contraparte al cierre de las escuelas, prácticamente cada iniciativa de autogestión parece florecer de un espacio rescatado, que se aprovecha para proveer servicios básicos y actividades culturales y comunitarios igual de necesarios – diría yo – para pensarse una vida sustentable y un mundo habitable en el contexto actual de Puerto Rico. Las placas solares, facilitando modos de vida más ‘sencillos’, ‘off-grid’, en mayor armonía con el entorno natural. Los proyectos agroecológicos y los procesos artesanales, que demuestran y ponen en práctica un amor radical por la tierra y la posibilidad de vivir de ella.

  • Conexión-Desconexión

Este binomio paradójico se nos impuso de forma brusca durante la primera noche del taller, imposibilitando no solamente lo que habíamos imaginado como un pequeño ejercicio de filmación con celulares sino también cualquier tipo de diálogo. Se trataba de una caravana – en este caso, la Navideña. Para quienes no conocen este fenómeno cultural, se trata de un largo desfile de carros, motores, y camiones, con sirenas y bocinas a todo lo alto, que pasa lentamente por el pueblo para marcar un evento importante. Al ser una práctica cultural popular, representa y fomenta una especie de conexión, pero también corta la circulación del tráfico e impone un nivel de ruido casi imposible de imaginarse. Se habló de otros aspectos de la cultura de carros; las carreteras tan importantes en un contexto rural sin transporte público, el precio alto de los carros, la proliferación de peajes y tapones. Todos combinan la conexión con la desconexión. Muchos de los demás fenómenos e imágenes de los que hablamos se pueden entender dentro de este binomio también.

  • Imaginarios de Adjuntas

Fue imposible escapar del Gigante Dormido, esta figura icónica y, para algunos, ya desgastada, cuya silueta se distingue en las montañas desde el pueblo de Adjuntas. Pero se habló además de otras historias y leyendas locales: los 35 muros que se cuentan en la carretera para ver el fantasma de una mujer local que se suicidó, y La Madama, la mujer bella asesinada por su marido celoso al tender la ropa. También estuvieron muy presentes las intervenciones creativas locales, como los murales que varios artistas terminaban en la Plaza de la Independencia Energética, en estos días anteriores a su inauguración. Algunas de estas intervenciones toman inspiración del mundo natural, valiéndose de las mariposas, serpientes, y las aves endémicas para pensar los retos y las alegrías de la vida en Adjuntas, y Puerto Rico en general. Otras piensan lo local con una mirada que reconoce la condición colonial de Puerto Rico, pero también afirma la posición de Puerto Rico dentro de un mundo globalizado.

Lo que aprendí en estas dos noches del taller se lo debo a la inteligencia y creatividad de lxs participantes. Las personas que llegaron a la actividad, y con quienes hablamos durante el viaje, nos regalaron tanto y estoy entusiasmada con la posibilidad de seguir colaborando. Eso sí, la forma en que entiendo la participación ha cambiado; ahora me doy cuenta de que es un proceso y una negociación constante. En los próximos meses, vamos a estar trabajando para filmar juntxs diferentes eventos, entrevistas, imágenes y sonidos vinculados con los hilos descritos arriba. Seguiremos pensando maneras de abrirnos a la participación de más personas, y a diferentes tipos de participación. Con ese espíritu, montamos una pizarra en la Fiesta del Sol el 21 de diciembre, e invitamos a las personas a dejarnos sus sugerencias de locaciones, figuras, sonidos, e imágenes a incluir en un documental sobre Adjuntas, o en un documental sobre los temas de la ecología y la colonialidad. Me parece que vamos a poder incluir muchas de ellas. Que esta entrada de blog sirva como otra convocatoria: si tienes una pregunta, comentario, o te quieres sumar al proceso, por favor, no dudes en comunicarte conmigo: Dunja.Fehimovic@newcastle.ac.uk. ¡Nos vemos de nuevo en Adjuntas del 2 al 14 de febrero!