Construyendo la máquina - Emily A. Maguire

Construyendo la máquina: Reflexiones sobre Tropical Time Machines y la Ciencia Ficción

Nos complace presentar nuestra primera entrada de blog invitada, en la que la profesora Emily A. Maguire (Universidad Northwestern) habla de la historia detrás de su nuevo libro. Tropical Time Machines es de gran relevancia para el proyecto “Ecologías (Des)coloniales” por su compromiso con las reflexiones sobre la temporalidad evidentes en la reciente cultura del Caribe hispano insular, especialmente en el cine. Como veremos más abajo, el libro analiza cómo se utiliza la ciencia ficción para criticar los imaginarios coloniales de la región e imaginar futuros alternativos. Además, el género aborda la ecología (las relaciones entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza no humana) de formas críticas, apocalípticas y especulativas. 

6 de diciembre, 2024

Si mientras terminaba mis estudios de posgrado, o incluso durante mi primer año como profesora asistente, me hubieran dicho que llegaría a escribir un libro sobre ciencia ficción, me habría sorprendido enormemente. No hubo nada en mi breve coqueteo con la ciencia ficción --- como lectora inicial durante el colegio secundario y a principios de la universidad ni en mi experiencia como lectora de literatura latinoamericana-- que la destacara como un área de interés potencial para la investigación. Por supuesto, los caminos por los que llegamos a los proyectos de investigación a menudo implican modos de la casualidad y encuentros inesperados. Sin embargo, en el caso de lo que se convirtió en mi libro Tropical Time Machines: Science Fiction in Contemporary Caribbean Literature (University Press of Florida, 2024), el camino que me condujo a la ciencia ficción es curiosamente paralelo a su auge en la producción cultural caribeña.  

El momento en el que comenzó para mí (aunque todavía no lo sabía) tuvo lugar en mayo de 2001. Estaba en La Habana, en una librería que operaba con moneda nacional 

 en la Habana Vieja, cuando mi amigo Alexander Pérez Heredia, entonces investigador del Instituto de Literatura y Lingüística, me puso en las manos un volumen de bolsillo, diciendo: “Este libro es muy bueno”. El “libro muy bueno” resultó ser la primera edición de La estrella bocarriba, de Raúl Aguiar, que se había publicado ese mismo año. Aunque no es estrictamente ciencia ficción, mi fascinación por la novela de Aguiar sobre un grupo de “friquis” y su creación de una realidad alternativa a través de las drogas, la música heavy metal, la brujería y renombrar su mundo, me llevó a investigar la obra de Aguiar. Esto me llevó a descubrir Reino Eterno (1999), de Yoss, una antología de obras recientes de ciencia ficción y escritos fantásticos, que me abrió los ojos a la ciencia ficción que se escribe en Cuba. Cuando viajé a Cuba en el verano de 2008, pedí a un colega que me pusiera en contacto con Yoss y Aguiar. No sólo resultaron ser unos entrevistados increíblemente generosos (que acabaron convirtiéndose en amigos), sino que también me introdujeron en el mundo de Espacio Abierto, el taller de escritura de ciencia ficción que se lleva a cabo bajo los auspicios del Centro Onelio Jorge Cardoso de Miramar. 

 

En retrospectiva, resaltan dos cosas de aquel momento de 2001: en primer lugar, de las novelas, relatos, vídeos, películas y arte visual que analizo en mi investigación, sólo dos de ellos -Niños de neón (2001), de Michel Encinosa Fu, y Exquisito cadáver (2001), de Rafael Acevedo- se habían producido en el momento en que cogí la novela de Aguiar. Desde que empecé a trabajar en ciencia ficción en serio, alrededor de 2007, la publicación de novelas y cuentos de ciencia ficción -tanto impresos como en formato digital- se ha disparado, junto con la aparición cada vez más frecuente de la ciencia ficción en películas, videos musicales, teatro, y arte visual y digital. Mi investigación ha sido un intento de comprender este notable aumento de la presencia de la ciencia ficción en la producción cultural del Caribe hispanohablante y sus diásporas durante las dos últimas décadas, a medida que ha ido sucediendo -un viaje estimulante que a veces me ha tenido luchando por seguir el ritmo de la proliferación de nuevos textos de ciencia ficción (y revisando la estructura del libro a medida que lo hacía).  

En contraste con otras partes del mundo hispanohablante, el interés del Caribe por la ciencia ficción es relativamente nuevo; con la excepción de unos pocos precursores, los escritores cubanos no empezaron a publicar en el género hasta la década de 1960, y sólo ha ganado una presencia reconocible en Puerto Rico y República Dominicana en las últimas dos décadas. Además, la presencia de la ciencia ficción en la literatura, el cine y el video ya no se limita a comunidades cerradas de creadores y aficionados al “género”. A medida que se ha diversificado la distribución de los diferentes medios, la ciencia ficción ha ido más allá de las limitaciones populares de la “ficción de género” y de las audiencias inscritas por estas comunidades de aficionados para posicionarse dentro de la corriente cultural dominante. A medida que he seguido el auge de los elementos de ciencia ficción en la literatura y el cine caribeños, mis preguntas centrales, a lo largo de estas casi dos décadas, han sido: ¿Por qué los creadores caribeños se valen de la ciencia ficción como modo de narrar historias? y ¿Qué revela el uso de este género sobre la experiencia de la región sobre nuestra actualidad? Mi intento de responder a estas preguntas comenzó en Cuba, donde una comunidad dedicada de escritores y aficionados a la ciencia ficción ya estaba bien establecida, pero ha seguido la aparición de textos de ciencia ficción, creadores y comunidades de aficionados de Puerto Rico y la República Dominicana y más allá. 

Para explicar la importancia de la aparición de la ciencia ficción en la reciente producción cultural caribeña, primero tuve que considerar qué constituye ciencia ficción y cómo funciona el género en un contexto caribeño. Esto implicó un (re)entrenamiento en la ciencia ficción (todavía en curso), ya que, como ha señalado Paul Kincaid, el género se destaca por lo mucho que se ha escrito intentando teorizar su propia existencia (13). Descubrí que muchas definiciones no podían dar cuenta plenamente de la reciente producción cultural caribeña, en la que los elementos de ciencia ficción a veces existían junto o además de otros modos narrativos, como el fantástico, en el mismo texto. En mi aproximación a estos textos híbridos, me he guiado por la visión del escritor y crítico Samuel Delany de la ciencia ficción como modo de expresión. Si, según Delany, puede decirse que el realismo describe “lo que ha sucedido” o “lo que podría haber sucedido” y lo fantástico describe “lo que no podría suceder”, la diferencia operada por la ciencia ficción se da en el modo en la que describe -con verosimilitud- “acontecimientos que [todavía] no han acontecido” (11). Visto así, podría decirse que la ciencia ficción es un lenguaje que busca describir una experiencia en el plano subjuntivo de un futuro posible, más que de lo soñado o imaginado. Al mismo tiempo, en su despliegue de la ciencia ficción, los escritores y artistas puertorriqueños, cubanos, y dominicanos están redibujando los contornos del género, desafiando a lectores y espectadores a ampliar su comprensión de lo que constituye el “futuro” y lo que cuenta como ciencia, así como de lo que puede imaginarse como posible.  

El segundo elemento que observo sobre aquel momento de descubrimiento en La Habana Vieja, es que 2001 fue la última vez en la que Alex y yo estuvimos juntos en suelo cubano. Él abandonaría Cuba en 2003, tras el fracaso del Proyecto Varela de Oswaldo Payá y la posterior represión del gobierno cubano. Si las dos décadas de producción cultural que forman el corpus de mi estudio han estado marcadas por una creciente comunicación y colaboración entre escritores, directores, artistas, críticos y aficionados, también han sido décadas marcadas por diversos tipos de convulsiones, y estas redes emergentes de creatividad caribeña han incluido cada vez más a aquellos que se encuentran en la diáspora. Las visiones de mundos alternativos que examino se han producido en un contexto de huracanes y apagones, escasez de alimentos y protestas callejeras, medidas represivas del gobierno y una pandemia mundial. Si los textos de ciencia ficción entran dentro de lo que Darieck Scott, en su estudio de los cómics de superhéroes, denomina “actos-fantásticos” (35), los artefactos culturales que analizo se ofrecen como “contrapropuestas” a esta realidad. Sin dejar de hacer visible el peso del pasado y la pesadez del presente, estas obras de imaginación son significativas precisamente porque constituyen una forma de la “no espera” (36), como dice Scott; sino que abren intencionadamente espacio para visiones de lo que Yomaira Figueroa-Vásquez denomina worlds/otherwise [mundos alternativos”/ “mundos de otro modo].  

Tropical Time Machines sostiene que la ciencia ficción en el Caribe hispano es significativa por la forma en la que el género se relaciona con la temporalidad. Si otros géneros e iteraciones anteriores de la producción cultural caribeña han situado a la región como excepcional, fuera de las estructuras temporales occidentales, ocupando un tiempo repetitivo o estático, incluso anclado en el pasado, la ciencia ficción como modo de narración rompe este ciclo, estableciendo una relación diferente no sólo con el futuro sino con la comprensión global de la historia, la temporalidad y la interconexión. En los cuatro subconjuntos de textos que examino -los “ab-real” (textos irrealistas que revelan la propia naturaleza fabricada de la realidad), el ciberpunk, las ficciones de zombis y las narraciones postapocalípticas-, el futuro posible de la ciencia ficción interviene para poner de relieve el estancamiento temporal, para hacer visibles sistemas obsoletos que siguen funcionando en el presente, para ofrecer visiones alternativas de la realidad caribeña (tanto utópicas como distópicas), y para defender formas radicalmente nuevas de concebir tanto el futuro sociopolítico como los cánones literarios sobre los que se construyen las identidades y las historias nacionales. A pesar del tono oscuro de algunas de las obras que analizo, veo la ciencia ficción en la producción cultural caribeña como una forma de imaginación activa que trabaja para expandir y hacer visible el “horizonte de posibilidad”. Estos textos funcionan en sí mismos como máquinas del tiempo, proyectando futuros imaginarios caribeños en los que tiempo y lugar están íntimamente conectados. Estas ficciones intentan sacar al lector de sus propias ideas estancadas sobre el tiempo y el espacio caribeños, del mismo modo que me han ayudado a mí a cambiar y re-enmarcar las mías.  

 Emily A. Maguire, Universidad Northwestern 

Obras citadas 

Acevedo, Rafael. Exquisito cadáver. Ediciones Callejón, 2001. 

Aguiar, Raúl. La estrella bocarriba. Letras Cubanas, 2001. 

Broderick, Damien. Reading by Starlight: Postmodern Science Fiction. Routledge, 1994. 

Delany, Samuel L. “About 5,760 Words.” The Jewel-Hinged Jaw: Notes on the Language of Science Fiction. 1978. Introduction by Michael Cheney, Wesleyan UP, 2009, pp. 1-15. 

Encinosa Fu, Michel. Niños de neón. Letras Cubanas, 2001. 

Figueroa-Vásquez, Yomaira C. Decolonizing Diasporas: Radical Mappings of Afro-Atlantic Literature. Northwestern UP, 2020. 

Kincaid, Paul. What It Is We Do When We Read Science Fiction. Beccon Publications, 2008. 

Scott, Darieck. Keeping It Unreal: Black Queer Fantasy and Superhero Comics. NYU Press, 2022. 

Yoss, ed. Reino eterno. Letras cubanas, 1999.